viernes, 30 de mayo de 2014

Les escribo desde una esquina, en mi segundo lugar favorito de este país.

Las luces son amarillas, hay sillas, sillones, decoración bastante chic. Me rodean libros y revistas de arte. Frente a mi, una barra de madera, de donde sale mi café de todos los días. Caras que me reconocen y saben los días que vengo.

Al llegar a la terraza, la vista a la ciudad, nubes, edificio, carros. Al llegar al sótano más bajo, calor, cortinas, sombrillas, cables, luces y ese instrumento que se vuelve una extensión de mi. Es aquí, donde cada día dejo las penas, se me olvidan en la puerta y soy una nueva persona aquí adentro.

A mi lado el ventilador. Está nublado. Ha estado lloviendo y ya no sé qué hacer con tanta agua, dentro y fuera. El calor es intenso. La luz es buena para lo que necesito.

Frente a mi, la botella de agua que me indicaron en la barra, faltó de mi orden regular en la mañana. Agradezco que me lo recuerden. En la cartera, las llaves que deciden mi futuro. Un futuro nuevo e incierto pero, sin la menor duda, el mejor.

En mi teléfono sus mensajes. Ambos esperando con ansias este cambio. No sé si tomarle la palabra, mientras decido si emocionarme, mi corazón da un saltito sin que yo logre manejarlo.

Cae la luz amarilla, ya se siente el frío del aire acondicionado. Mis audífonos con su voz, esconden la música de fondo y me llevan a ese lugar donde se me habla de erizos. "Y entonces, se inventaron el amor"... Y bueno, nos lo inventamos y así nos funciona desde siempre. Sabemos que no podemos comprometernos y sin embargo tenemos siete años en estas, y nos gusta.

Pasa el moreno, encienden la luz blanca. Es hora de seguir trabajando. La felicidad es inmensa pero aún no me ha caído encima el peso de todo esto. Vienen días buenos. Lo sé. Lo sabemos.

viernes, 9 de mayo de 2014

Shitstorm

Voy tratando de esquivar los estorbos. Espero lograrlo. Es duro vivir con duda y además el ego se me lastima.
Mientras tanto estás vos. A lo lejos, tratando de estar para mi. Le agradezco a la vida tu existencia.

lunes, 5 de mayo de 2014

Dog days are not over

Hace un par de años quise irme varias veces. Ya no lo amaba y más que alegría me causaba enojo verlo o tenerlo cerca. Intenté dejarlo y siempre era un gran drama. La última vez me detuvo cuando estaba terminando de empacar mis maletas. Siempre fue mucha lágrima para convencerme, mucha promesa, mucho "podemos mejorar", "lo haré todo diferente", y bueno... funcionaba bien por algún tiempo y volvíamos a lo mismo.
Tuve que aprender a quererlo de nuevo, no borró los fantasmas pero tuvimos nuestras épocas muy felices y muy miserables. De todo un poco. Sentir ese abrazo, el beso en la frente, la mano en la espalda, se hizo una costumbre bonita.
Ahora, estoy aplazando empacar mis cosas mientras con urgencia busco un nuevo lugar donde vivir. Me pregunto quién me dara ese beso en la frente, ese abrazo y de quién será esa mano en mi espalda mientras estoy en la cama acostada en su pecho viendo una película.
Siempre ha sido para mi muy fácil desligarme emocionalmente de una relación. Me mantengo ocupada durante la etapa más difícil y ya cuando me desocupo ya ha pasado lo peor. La diferencia es que antes tenía más amigos, más pretendientes (o mejor dicho: tenía pretendientes) y estoy varios años más fea, más gorda y más sola.
Me aterra la idea de verme sola por primera vez en la vida. Claro, me voy a vivir con una amiga pero no tengo mucho más que eso. Tengo el oído y las canciones de aquel amor que está ahí siempre pero no puede estar conmigo de ninguna otra manera más que en el teléfono. Tengo que empezar de nuevo aquello que tuve y formé en 24 años.
Me da pánico. Creo que viene lo peor aunque espero que todo esto mejore y mejore ya.
Mientras tanto, me contengo las lágrimas porque me hacen sentir débil. Qué le vamos a hacer.