domingo, 15 de junio de 2014

Todo se convirtió en una pesadilla.
Aquel sueño rosa se volvió todo negro. Al final de sus días era un negro tan oscuro, que no podías distinguir ni tus pensamientos.

Te portaste de lo más normal negando todo.
Yo, enferma. Sabía casi cada detalle de tus mentiras, y aún así, necesitaba cosas para portarme mal contigo, porque esa mirada de cachorro perdido siempre me iba a quebrar.

Pasé noches despertando en sudor. Ahogada. Sin poder respirar. Con dolor de estómago.
Esa presión en el pecho, eterna, constante.

Todo eso se fue.
Mis presiones son otras. Sin embargo, soy más feliz ahora.

No te extraño yo.